Buenos días, mundoooooo!!!
Desde hace mucho tiempo ronda por mi cabeza la idea de un blog. Este está insertado dentro de mi pagina web, lo que no quiere decir que solo vamos a hablar de nutrición, recetas, etc. Me gustaría que este proyecto estuviera vivo y lo mismo hablemos de dieta que de sentimientos, tan unidos a la nutrición.
En la web hay un apartado que se llama “una pizquita de mi” donde doy pinceladas de mi vida, y de porqué llego a meterme a estudiar nutrición con casi 40 años.. creo que es necesario comenzar este blog contando la versión 3.0 extendida de mi historia, para que me conozcas y sepas que te entiendo mejor de lo que crees y que no estas sol@.
Mi historia podría ser la tuya, también fui una niña redondita, que termino mas extraño, la adolescencia y su estirón sirvieron para que” solo” tuviera un ligero sobrepeso pero ya sabes, la delgadez ya era el canon de belleza y comienza ese periplo de médicos para perder esos kilos. He visitado nutricionistas que te recomendaba la vecina porque a ella le había ido fenomenal, que te recetaban unas pastillas y mucha lechuga. Endocrinos de hospital con sus dietas de cajón, pastillas que retiraron del mercado meses después y un vuelva usted dentro de tres meses, pasando por la dieta milagro insana que todos o casi todos hemos hecho… la de la sopa de col, de la manzana, la de proteínas, la disociada, el peso ideal… nombra la que quieras, la he hecho más o menos tiempo, pero la he hecho. Todas con el mismo resultado, pierdes 10 kilos recuperas 15 y lo único que conseguía era llenar el saco de la frustración con ideas que instalaban en mi como que el “gordo” es obeso porque quiere, que no tiene fuerza de voluntad y ya el remate que vas a estar así para siempre.
En medio de todas estas idas y venidas me casé, tuve mis dos hijos y los kilos iban sumándose porque llega un momento que tiras la toalla, harta de tanta frustración, de dietas, de restricción y de pasar hambre y con esa sensación de fracaso siempre presente.
Con 37 años y una obesidad mórbida, IMC de 52, empiezo el firme propósito de buscar una “solución definitiva”; la cirugía bariátrica, hastiada de dietas que no era capaz de mantener más allá de dos semanas. Después de mucho buscar encuentro un equipo que por primera vez en mis 37 años es claro, me dice la verdad de este proceso que a muchos se lo pintan como la panacea y un : opérate y mira como se diluyen los kilos, ese camino fácil que dicen otros… que atrevida es la ignorancia.
La recomendación del equipo es un Bypass gástrico ya que mi obesidad es muy importante pero a mi me da terror el corta y pega en el estomago y opto por una banda gástrica, un anillo que simplemente restringe la entrada de alimento al estomago pero no se corta nada. El cirujano es muy claro conmigo y me dice que no voy a lograr perder los kilos que necesito y que con el tiempo me tendré que hacer un bypass.
Me dice un peso estimado en el que quedaré unos 105 kilos, en el mejor de los casos, y me pregunta mi primera meta… 99 kilos. Siempre me han gustado los retos jajjaa.
Hay días que se quedan grabados en tu memoria a fuego y el día que ponemos fecha de operación es uno de ellos. Recuerdo un frio de noviembre y salir de esa consulta con una frase y un apretón de manos que sellaba un pacto al que me agarre como si me fuera la vida en ello, porque la realidad es que me iba la vida en ello. “Tenemos dos años”, y bajar a la calle, sentarme en un banco y tener una conversación conmigo misma, de esas sinceras, donde me hice el firme propósito de dejar de ser listilla y empezar a ser
inteligente y hacer caso al 100% de las recomendaciones del equipo.
No me iba a cuestionar si la nutricionista me decía esta o aquella dieta, todavía no sabía cómo íbamos a trabajar, iba a hacer lo que me dijera, todo, sin cuestionar y me iba a dar esos dos años aprovechando la cirugía y el apoyo psicológico para llegar a una meta. El cirujano me hablo del mejor de los escenarios 105 kilos, y mi primera meta ya la superaba… pero sentada en ese banco de granito enfrente de la clínica, helada de frio, pensé cual sería mi meta, mi peso “ideal” y lo puse: 75 kilos.
Así es como mi vida comienza a cambiar, el 12 de enero de 2007 me ponen una banda gástrica, ese camino fácil que dicen que es la cirugía, que atrevida es la ignorancia. Y comencé a aprender. A que el plátano no era el Satán de las frutas, que se podían comer legumbres, aunque cuando me lo decía la nutricionista yo pensara: esta chica se flipa, que un hervido de verdura podía llevar patata y no pasaba nada… desterrar mil mitos y aprender.
El primer año perdí 42 kilos, superé las expectativas del cirujano, quedaba otro año. Y ahí me di cuenta de todo lo que hay todavía que enseñar en tema de nutrición, lo bien que me estaba alimentando, con la restricción de la banda que ayudaba, pero sabiendo elegir que comer y sobre todo que no comer.
Participar activamente en un foro sobre banda gástrica y ayudar a personas que estaban como yo fue el detonante para estudiar un grado superior de dietética y poder ayudar a mejorar la alimentación de personas que tenían problemas importantes de peso. Después del grado superior vino la universidad y 4 años después aquí estoy con una consulta propia, dispuesta a ayudar a mejorar la alimentación y la salud de personas como tú, que estás leyendo esto y en algún momento te has visto reflejad@ es mi historia que es la historia de casi todos.
En esos dos años de tratamiento con mi equipo bariátrico aprendí mucho, pero sobre todo me quedo con que las cosas no suceden solas, es necesario la acción, tesón y perseverar y sí ya sé lo que estas pensando: que tú no tienes esas cualidades porque se han encargado de instalar en tu cabeza que no tienes fuerza de voluntad, ja, ja y ja.¡¡¡ Si has hecho dietas espartanas que pocas personas soportarían, incluido tu nutricionista!!!. Eres fuerte, solo tienes que tener esa conversación sincera contigo mism@, poner tus metas y la determinación para conseguirlas y buscar un buen profesional.
Sabes cuánto tiempo me costó llegar a esos 75 kilos? 2 años y 265 días.
En ese tiempo ha habido estanques de peso, vacaciones donde me he permitido licencias, navidades, cumpleaños… pero me dieron herramientas para poder salir, veranear y disfrutar de los míos eligiendo la mejor opción de alimentación, y si no había mejor opción saber elegir la menos mala, desterrando la idea de que todo se había ido al garete y sin sentimiento de culpa, tan arraigado en el paciente obeso.
Hace pocos días, como un guiño del destino, apareció en el ordenador una foto de antes de operarme, 6 meses antes. Son fotos en las que no me reconozco pero son una realidad y aunque me cuesta compartirlas te la dejo por aquí para que veas que de la obesidad mórbida se puede salir. Y el secreto te lo cuento por aquí… CAMBIO DE HABITOS.